martes, 1 de marzo de 2016

ETAPAS DE LA REDACCIÓN

ETAPAS DE LA REDACCIÓN

Redacción  es una actividad comunicativa de primer orden, que implica un estado cultural avanzado de quien la ejercita. Como no se trata de un acto cuyo dominio se practica de manera mecánica, sino de un proceso de construcción de pensamiento- y de su forma de expresión o presentación por medio de textos escritos. De esta concepción dialéctica de la escritura -que vincula el pensar con el escribir- deriva la necesaria y estrecha relación entre contenido y forma, que todo redactor debe valorar como prioritaria y como eje de cualquier ejercicio que se proponga realizar. En torno a ella giran, pues, las características o cualidades de la buena redacción, que enseguida analizamos.
CARACTERÍSTICAS DE LA BUENA REDACCIÓN
1.       CLARIDAD: Característica primera de la buena redacción es la claridad. Si la intención de quienes escribimos es que nos entienda un amplio público, esto nos exige claridad en las ideas y transparencia expositiva; es decir  “visión clara de los hechos o de las ideas y exposición neta y tersa de los mismos”. A  la claridad mental o de ideas debe corresponder un lenguaje fácil, basado en palabras transparentes y frases breves, con el firme propósito de que el pensamiento de quien escribe llegue a la mente del lector desde la primera lectura del escrito; una relectura obligada del mismo estaría mostrando su oscuridad o su rareza, en tanto que su relectura voluntaria o interesada indicaría que ha resultado atractivo o importante para el lector.  Además, que claridad significa expresión al alcance de un hombre de cultura media y, por tanto, quiere decir: pensamiento diáfano, conceptos bien digeridos y exposición limpia, con sintaxis correcta y vocabulario o léxico al alcance de la mayoría, ni preciosista ni demasiado técnico. En otras palabras, a las ideas claras debe corresponder una construcción de la frase basada en un orden lógico y sin palabras rebuscadas.  Como primera obligación doméstica de la redacción “comunicar el pensamiento del autor, siguiendo un orden lógico o atendiendo al interés psicológico que lleva a destacar algunos elementos y a iluminar a media luz
Sostiene que quienes mejor manejan el idioma saben que la mejor palabra es la que entiende la mayoría; que la claridad implica el empleo de términos de uso común, y que esto no significa emplear un lenguaje corriente en el sentido peyorativo de esta palabra. Y aclara que, aunque los libros técnicos y científicos requieren un vocabulario propio -una jerga conocida y reconocida por minorías-, incluso esos textos se pueden y deben escribir con un lenguaje general, entendible para lectores medianamente instruidos. Por supuesto la claridad obliga a escribir oraciones claras que formarán párrafos claros, así como a hilvanar esos párrafos de la mejor manera. A esto contribuye  el empleo adecuado de las expresiones de conexión lógica, que en nuestras sesiones de aprendizaje identificamos como “frases de pegamento” porque sirven para darle ilación y coherencia al escrito
2.      CONCISIÓN: Otra obligación de la prosa es la concisión, virtud o cualidad que consiste en decir lo más con lo menos, ahorrar palabras y evitar lo innecesario. El autor nos invita, con Azorín, a no entretenernos y destaca que ser conciso exige precisión en el lenguaje, combatir el exceso verbal y el regodeo, y acabar con las imprecisiones “que tratan de explicar a sus amigas, las vaguedades”. Sobre  esta segunda cualidad de la buena redacción, sólo debemos emplear aquellas palabras que sean absolutamente precisas para expresar lo que queremos decir. Conciso no quiere decir lacónico sino denso: “estilo denso es aquél en que cada línea, cada palabra o cada frase están preñadas de sentido. Lo contrario es la vaguedad, la imprecisión, el exceso de palabras; lo que vulgarmente se dice retórica”.  La falta de concisión es el defecto general de los que empiezan a escribir... La concisión es cuestión de trabajo. Es preciso limpiar el estilo, cribarlo, pasarlo por el tamiz, quitarle la paja, clarificarlo... es preciso evitar lo superfluo, la verborrea, la redundancia, el titubeo expresivo y el añadido de ideas secundarias que nada fortalecen, sino que más bien la debilitan. La concisión, en síntesis, genera rapidez y viveza en el estilo de nuestra redacción, mediante el empleo de verbos activos y dinámicos.
3.       SENCILLEZ: Uno y otro autor identifican la sencillez -que consiste en emplear palabras de uso común como tercera cualidad de la buena redacción. la sencillez no quiere decir vulgaridad; que con palabras de uso común se pueden expresar elevados pensamientos, y que esta obligación del buen redactor va de la mano con la naturalidad. Ser sencillo es huir de lo enredado, de lo artificioso, de lo complicado, de lo barroco en suma; y ser natural “es decir naturalmente lo natural”. Sencillo es aquel escritor que utiliza palabras de fácil comprensión; y natural, quien al escribir se sirve de su propio vocabulario, de su habitual modo expresivo. La sencillez como una rara virtud, que se refiere tanto a la construcción de las frases y a su enlace como al lenguaje empleado. Afirma que huir del rebuscamiento es una forma de la modestia, pero sólo busca escribir sencillamente quien está convencido de que al hacerlo se expresa con la mayor elegancia. Para este autor, la sencillez consiste en expresar las ideas escuetamente y sin retorcimiento, directa y precisamente, sin adornos, sin apelar al diccionario para sacarle vocablos que nadie escucha; es decir con naturalidad. Uno y otro autor se ocupan de la relación entre habla y escritura. Observa que nadie escribe como habla, por más que de alguien se diga que habla con puntos y comas. Habla y escritura se mueven, pues, en campos diferentes: cuando uno habla suele decir alguna incoherencia, dejar sin terminar una frase, o saltar de un tema a otro sin enterarse. Y el reto consiste en aspirar a que lo que escribimos suene a conversa, “a una plática de noche larga entre amigos, cálida y cercana.  Relaciona  los hechos de hablar y de escribir con el asunto de la naturalidad, requiere de la elegancia. El hombre que sabe vestir bien irá elegante aunque vista un traje sencillo. “Y el escritor podrá alcanzar las más altas cimas de la belleza si sabe y puede conjugar lo natural con lo preciso, procurando aunar la sencillez con exactitud”.. En todo acto de escritura incide, desde luego, la variedad de fuentes, autores y enfoques teóricos con que cuenta quien se dispone a escribir, pero en todo caso es fundamental el empleo correcto del idioma nativo mediante la práctica sistemática, cotidiana, rigurosa y disciplinada de la ortografía, la sintaxis y la puntuación. Para nosotros, el máximo criterio de validez en este asunto es la práctica; sólo se aprende a escribir escribiendo y corrigiendo nosotros mismos, y con personas calificadas en el arte de redactar, una y otra vez, los textos que escribimos. Desde luego, hay que considerar la presentación cuidadosa y ordenada de nuestros escritos: desde la limpieza y la numeración de las páginas del mismo hasta el uso adecuado de las notas de pie de página, las referencias bibliográficas, los títulos y subtítulos y la nomenclatura que usamos para ordenar nuestro tema. Hay que subrayar la importancia de elegir acertadamente el tema que se va a tratar en un escrito; recopilar cuidadosamente los datos necesarios para su desarrollo, ordenar y clasificar la información; formular el plan general del escrito; redactar y reformular el borrador; redactar el trabajo definitivo, y revisarlo cuidadosamente antes de la presentación a sus lectores o destinatarios. En el dominio de la redacción, es indispensable practicar y practicar: se aprende a redactar sólo redactando y redactando.

 Las tres etapas lógicas del proceso de redacción son: planificación, redacción y revisión. Deben realizarse en ese orden:
 1.  PLANIFICACIÓN:
Esta primera etapa consiste en analizar cuidadosamente el tema y en aclarar las ideas que se desea comunicar. Solo se puede escribir acerca de lo que se sabe, pero hay que tener muy claro el contenido del mensaje que se piensa transmitir. No vasta tener una idea vaga de lo que se quiere decir; se debe aclarar al detalle el contenido de lo que pensamos escribir. Es necesario contar con suficiente información; tener a la mano cifras, datos, fechas, citas y poner en claro mediante una guía o un esquema el orden en que deberán aparecer en el escrito. Igualmente nadie podría redactar un texto serio sin haber planificado su contenido y haber preparado una guía o esquema, es decir una lista ordenada de los puntos que debe tratar.
 2.  REDACCIÓN:
La segunda etapa consiste en expresar por escrito las ideas o conceptos bosquejados en la guía ya preparada. La redacción es la codificación de las ideas: el ponerlas en el código idioma escrito. En esta etapa no debe ser necesario pensar en que decir sino en como decirlo. Si ya hemos bosquejado los temas o conceptos en e orden mas convenientes, la etapa de redacción consiste solamente en ampliar estas ideas y exponerlas en oraciones completas.
Durante la etapa de redacción se debería escribir lo más rápidamente posible, sin preocuparse de la corrección ni del estilo. Lo que se esta escribiendo es simplemente un borrador. Mientras más rápido escriba mas natural y espontáneo resultara el escrito; será más agradable y “fresco”. No debe preocuparse por la palabra exacta; si duda de la conveniencia de algún termino y preferiría encontrar un sinónimo subraye la palabra sospechosa y continué escribiendo. En la etapa de la revisión se ocupara de buscar un sinónimo de la palabra marcada. El tiempo dedicado a la etapa de la redacción es muy valioso; uno suele entrar en un trance y se alcanza un ritmo que no hay que interrumpir para buscar un sinónimo.
  3. REVISIÓN:
Si hemos preparado un buen esquema basado en el análisis y contábamos con suficiente información sobre el tema, y si hemos redactado muy rápidamente siguiendo el esquema, lo que tendremos ahora será un borrador que hay que revisar y corregir.
En caso de que dispongamos de tiempo, debemos esperar que transcurran varias horas o días antes de emprender la revisión del escrito. Si se trata de una carta o de un memorando breve, esto seguramente no será posible, pero en el caso de un informe, de una monografía o de un artículo para una revista, es conveniente dejar “dormir” el borrador para olvidarnos de lo que hemos escrito. Luego lo revisaremos y criticaremos como si se tratara de obra ajena. El acabado de una obra es tan importante como su planificación y construcción.

                                                        ACTIVIDAD

1. Redacta un texto cuyo eje central sea esta idea: 
  • Los seres humanos han tratado siempre de establecer  sistemas de comunicación  con sus semejantes.

2. Ordena estas oraciones y forma con ellas un texto relacionando unas ideas con otras.:
  • La historia de la humanidad está plagada de guerras y violencia.
  • No hay ningún otro animal que mate a miembros de su misma especie de modo tan sistemático como lo hace el hombre.
  • Los periódicos dan cuenta cada día de muchas formas de violencia.
  • Depende de cada uno de nosotros el erradicar todas las formas de violencia que se emplean hoy en día.
3. Escribe un texto en el que expreses tu propia opinión sobre uno de los siguientes temas:
  • Los derechos de la gente joven.
  • Los peligros que amenazan el equilibrio ecológico del planeta tierra. 
  • La televisión y su influencia en el comportamiento del público.
  • La conveniencia de practicar deportes.
  • Las nuevas tendencias musicales.
4. Redacta en orden todas tus acciones desde que te levantas hasta que te acuestas.